La empresa Running Tide, reconocida por su innovador enfoque de capturar carbono mediante algas sumergidas en el fondo marino, ha cerrado su operación. Este hecho simboliza los profundos desafíos que enfrentan las startups climáticas que operan en el incipiente campo de la captura y almacenamiento de carbono (CDR, por sus siglas en inglés).
Captura de Carbono: Altos Costos y Desafíos Tecnológicos
Las empresas que trabajan con estas tecnologías atraviesan el llamado «valle de la muerte», una etapa crítica donde las ideas son prometedoras pero los costos de implementación son extremadamente altos. Actualmente, capturar una tonelada de CO₂ por vía tecnológica cuesta entre 150 y 200 dólares, comparado con los 10-15 dólares por tonelada de las soluciones basadas en la naturaleza, como la reforestación.
Si bien estas soluciones naturales son más económicas, su permanencia no está garantizada a largo plazo. Nadie puede asegurar que un árbol sembrado hoy siga capturando carbono dentro de 200 años. Además, su capacidad de mitigación tiene un límite estimado del 24% de las emisiones globales.
La Necesidad de Inversión Pública y Regulación Robusta
Para que las tecnologías industriales de captura de carbono sean viables y competitivas, es indispensable una inversión masiva del sector público. Históricamente, los mayores avances tecnológicos han sido impulsados por financiamiento estatal. Sin este apoyo, el mercado seguirá priorizando los créditos de carbono baratos, aunque no sean confiables.
Además, es urgente regular el mercado voluntario de carbono, donde proliferan los llamados créditos fantasma, que no garantizan una captura real ni duradera del CO₂. Paradójicamente, los proyectos más baratos suelen ser los menos rigurosos, y exigir metodologías más robustas podría elevar los costos a niveles que muchas empresas no podrán sostener.
Una Reflexión Sistémica
Finalmente, este debate sobre la captura de carbono no puede distraernos del verdadero problema: un sistema económico basado en el crecimiento ilimitado, que sobrepasa los límites de regeneración del planeta. Las emisiones de carbono son solo un síntoma de una crisis estructural mucho más profunda.
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